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Channel: Spanking en español (Azotes y Nalgadas)
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Sí, sucede de vez en cuando

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Ya sabes, esta sesión es rara. No, por razones obvias, sino que, como spanker, me puedo pasar semanas e incluso meses, sin azotar a nadie. No puedo encontrar a una mujer que necesite o quiera ser azotada. Esto suele suceder, al menos, a mí.


Sin embargo, existen días como el que estoy a punto de relatar.

a libertine's spanking

Entonces, yo vivía en una ciudad del sur. Tenía un buen momento. Un trabajo increíble. Disfrutaba de la vida. Pero, no conectaba con mujeres que les gustasen los azotes. A pesar de que asistía a reuniones, fiestas de vez en cuando, alguna vez escribía en algunos blogs libres, chateaba, etc. Por lo tanto, hacía lo que podía.

En ese día en particular, fui a mi oficina y en mi buzón de entrada, había un mail de una mujer que leyó un post en alguna parte y me preguntaba si yo, de verdad, azotaba a las mujeres. Le respondí afirmativamente y le pregunté por su experiencia, edad y estado. No solamente me volvió a escribir, sino que incluyó su número de teléfono y me decía que le encantaría hablar conmigo.

Me pareció bien. Llamé al número indicado y contestó una voz muy agradable. Su nombre era Lola. Tenía mucha curiosidad e interés por conseguir a alguien que la azotara. Hablamos durante media hora e, inesperadamente, tuve que salir corriendo para asistir a una reunión programada. Me preguntó si la volvería a llamar después de la reunión. Se lo aseguré afirmativamente.

La siguiente llamada fue durante el almuerzo. Duró una hora. Tenía la fantasía de ser azotada desde niña. Fue azotada por su madre, su padre y su tío cuando era casi una adolescente. Ahora que era adulta, treinta y dos años, ella quería tener una experiencia real de ser azotada.

Cuando se trata de mujeres “curiosas,” yo soy muy precavido. Aunque no fumo, puedo degustar dos paquetes de chicles en un santiamén. Así pues, quería tomarme este asunto con calma. Pero Lola, no. Me preguntó lo que yo iba a hacer esa noche. Ella estaba preparada y se había prometido a sí misma que, cuando encontrara a un hombre que comprendiera lo que ella quería, aprovecharía la oportunidad.

Le expliqué que yo siempre hacía un test de “química” antes de conocer a una mujer. Me preguntó qué más podría yo querer. La dije que me gustará saber o ver lo que ella estaba buscando, cómo, etc. Me espetó: “Espera.” En un minuto, me mostró cinco fotografías en varias poses y entornos. Era una mujer muy atractiva. La pelota estaba en mi tejado.
 
Ella salía del trabajo sobre las cinco de la tarde y que nos podríamos ver sobre las seis en un hotel en particular. Para mí, sería dificultoso. Quedamos sobre las seis y treinta. Por supuesto, me perdí y no conseguí llegar hasta las seis y cuarenta y cinco. Mientras tanto, ella había ido a un bar cercano a tomarse una café. La encontré en el bar y me sorprendió cuán atractiva era.

Estaba rodeada de tres hombres de negocio hablando con ella. Me divisó. Me sonrió. Luego, ella se excusó y me dio un abrazo. “Iñaki, me alegro que me hayas salvado de esos tres zoquetes. Vámonos.”

Después de que me pellizcara para ver si yo estaba durmiendo, caminamos hacia la habitación. Ella era alta, 1,80 y pesaba 65 kilos. Su trasero iba y venía acompañando su caminar hacia la puerta. Entramos. Colgué los abrigos. Ella se excusó y fue al baño. Cuando volvió, con las manos en sus caderas, preguntó: “Ahora, ¿qué?”

Cogí una silla y la situé en un lateral de la habitación. Me acerqué a ella, la cogí gentilmente por el brazo, fuimos hacia la silla y la dije: “Ahora, esto.” Me senté. La puse bocabajo sobre mis rodillas. Pude sentir su cuerpo tenso. Miré hacia abajo y su trasero se balanceó como una bola apretada y redonda frente a mí. La tela tersa sobre sus redondeces.

Palmeé su trasero y la dije: “Ten cuidado con lo que deseas, querida. Porque vas a conseguirlo.” Y tras estas palabras, Lola recibió su primer cachete de adulta.

Ella pateó y gritó: “Ooohhh y aaahhh.” Se retorció y revolvió. Después de un crujiente calentamiento, cogí el borde de su falda y la levanté y la dejé caer sobre su espalda, mostrando una tanga protegida por sus panty. 

 Pude ver las huellas rojas de mi mano  sobre su culo de alabastro.

“Está caliente,” ella dijo.

“Se va a poner mucho más caliente.” Dije bajando sus panty y revelando un trasero bien acolchado que necesitaba ser azotado.

Esta vez, Lola estuvo un poco más animada. Sus piernas patearon, abiertas, entrelazadas y haciendo la bicicleta a través de unos azotes muy intensos con la mano que la dejaron sus nalgas de color rojo fuego y muy doloridas. “Oh, Iñaki, ya está bien. He recibido lo suficiente. Por favor, mi culo está ardiendo. He recibido bastante. Tengo…Ooohhh, yaaaa…” y así sucesivamente.

La puse, de nuevo, de pie y la coloqué en el rincón. La primera vez que la dulce Lola. Sus piernas medio dobladas. “Oh, Iñaki, me duele mucho el culo. Ay, Dios mío.” Yo me sonreí mientras ella continuaba buscando una manera de apagar el fuego de su trasero sin siquiera tocar sus nalgas ardientes.

Me acerqué a ella. La giré hacia mí. Lentamente, empecé a desabrochar mi cinturón.

“Joven dama, hoy vas a probar algo que es extremadamente peligroso. Sólo te puedo decir que tienes suerte de que sea yo y no un loco. Dicho esto, ahora te  voy a castigar por tener una confianza tan frívola.”

Apilé unas pocas de almohadas en la mitad de la cama. “Ponte encima de ellas,” la dije haciendo un gesto con mi cinturón.

superman's babygirl
“Oh, pero Iñaki, nunca he sido azotada con una correa. Sólo con…”

“¡Encima!”

Ella se arrastró encima de las almohadas y su culo, rojo y brillante, parecía un destello de luz.

¡¡¡Crack!!!

Su cuerpo se levantó de las almohadas. Ella lanzó una mirada de pánico y respeto y luego enterró su cara entre las almohadas y soportó los próximos treinta azotes con la ancha y gruesa correa. Su pelvis yacía sobre de lleno sobre las mullidas y esponjosas almohadas.

Cuando ella levantó su cara, estaba surcada de lágrimas y parecía un poco mareada. “Por favor, Iñaki, lo siento. Reconozco que he sido una estúpida, pero necesitaba mucho estos azotes.” Entonces, ella tragó saliva, se sorbió la nariz y dijo: “¿Podría darme diez azotes más fuertes? 

¿Quién soy yo para no prestar atención a la petición de una dama? El tintineo de la hebilla le picó en sus oídos, al igual su pobre e hinchado culo. Se abrazó a las almohadas y empujó sus caderas contra el monte blanco debajo de ella. Su cabeza se volvió y dijo: “¡¡¡Más fuerte!!!”

Decidí centrar mis golpes más abajo. Sobre sus blancos y tiernos muslos. Esto le llamó la atención:

“¡¡¡Síííííí!!!”

Su cuerpo se heló y tembló cuando los dos últimos y electrizantes cortes ardían entre sus muslos. Ella se derrumbó, sollozaba, lloró y se rió con una risa maníaca.

“Iñaki, eres un hombre maravillosamente estricto. He estado buscándote desde hace mucho tiempo. Muchas gracias.”

Ella maulló mientras apretaba sus muslos y nalgas llenos de ampollas.

Se quedó allí quieta mientras yo aplicaba paños calientes en sus mejillas. Hablamos y nos conocimos un poco más el uno al otro. Ella estaba casada. Madre de dos niños pequeños. Casada demasiado joven con un hombre maravilloso y estaba  demasiado cansada de trabajar y cuidar a los niños para prestarle toda su atención.

Ella se dirigió al cuarto de baño. Gimiendo con cada paso. Sin soltar las manos de sus nalgas. “¡Jolines¡! Ella vio su culo. “Oh, Dios mío, mira mi trasero.” Yo estaba esperando que me diera su inevitable reprimenda, pero, sin embargo, oí: “Me encanta. ¿Cómo puedo agradecérselo, Iñaki?” De ninguna manera, Lola.

Hay otra historia de Lola. Ella quería conocer a otras mujeres que yo había azotado. Por lo tanto, la invité a reunirnos una mañana maravillosa. Escribiré esa historia después de leer las reacciones que este hecho real ha provocado.


Autor: Bensade 







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